Seguidores

viernes, 2 de abril de 2010

Necesitaba un cambio, ya estaba un poco cansado del día a día y no poder disfrutar de la isla como querría. Surgió la posibilidad de ir “desterrado” a la otra base de la isla, Bahía Chathan. Base pequeñita, en pleno contacto con el mar, solitaria, solo un guardaparques y yo, sin luz, sin teléfono, sin Internet, sin ningún lujo realmente… o eso se supone, porque después de solicitar mi traslado y verme allí, para mi ha sido una decisión acertada. Para mi ha sido todo un lujo, de hecho, estar allá cuatro días. Si es cierto, reconozco que he necesitado el teléfono y por ello he caminado el sendero que separa las dos bases, solo, aguantando lluvias inesperadas y deslizándome por zonas llenas de barro entre helechos arborescentes de impensable belleza allá de donde yo partí hace escasos 9 meses. Pero ha merecido la pena, he visto escenas de aves volando entre las crestas de las montañas, curioseando sobre mi cabeza y volviendo a hacer pasadas para acabar de creerse que estoy paseando por su territorio, he sido sorprendido por diferentes chanchos (cerdos), incluso algunos que me parecieron jabalíes a pesar de que supuestamente son de la misma especie. Por mi parte, y sin quererlo he sorprendido a venados que se acercan al sendero despreocupados. He cruzado un bosque lleno de plumas que caen de los cientos de nidos colocados en las copas de los arboles, un bosque en el que a pesar solo intuir la silueta de alguna fragata entre las ramas, se escuchan sus espeluznantes sonidos mientras se persiguen unos a otros quien sabe si por lucha de territorio o por apareamiento… De vuelta a la nueva base, la vida es tranquila, he podido realmente encontrarme conmigo mismo como yo quería, he encontrado el verdadero sentido de la isla, me he sentido en paz con el mundo. Me he podido tumbar en una hamaca, cual náufrago, solo pensando y observando el horizonte atento, en mi caso, a la llegada de veleros y otras embarcaciones que puedan venir a visitar la isla. He disfrutado de las aguas nadando con tortugas verdes que en un primer momento me asustaron por su tamaño, por no haberlas visto nunca antes… he sentido como me han pasado tiburones puntanegra a escasos centímetros de mi cara sin avisar… he sentido el miedo de ser sorprendido por un tiburón tigre entre las aguas turbias cerca de la playa al que me sobrepuse pasando a aguas claras internas sabiendo más tarde que ese mismo día se avistó uno muy cerca de allá. He hecho snorkel en el mar bajo el agua de una cascada. He alcanzado los pasos de uno de mis referentes de toda mi vida, he contemplado la tan esperada piedra que esculpió Cousteau y su equipo en el 1987…

2 comentarios:

  1. Toni, este artículo me ha parecido precioso. Me ha cautivado, quizás el que más. Me encanta que hayas podido convivir con fauna y flora tan maravillosa. Y que lo vivas con tanta emoción. Eres afortunado. Un beso muy grande.

    ResponderEliminar
  2. Ay Antonio, ya he terminado de leer todo t es impresionante todo lo que contas, las fotos, tu aventuras, en fin todo.....
    Quedo con ganas de seguir leyendo para imaginarme que soy yo la que estoy disfrutando la estancia en la Isla del Coco.....
    Muchos besos....
    Espero de coraz{on sigas disfrutando al máximo por allá.....

    ResponderEliminar